Corruptos amparados por su propio partido

Si te acusan de cualquier caso de corrupción política en la Comunidad Valenciana, ¿cómo puedes salir indemne, sea culpable o inocente? Fácil, perteneciendo al Partido Popular. Y no hace falta apellidarse Fabra para que a uno le arropen. He aquí algunos ejemplos importantes e interesantes:

-Manuel Vilanova: Fue condenado a un año y seis meses de cárcel y ocho de inhabilitación para empleo público por prevaricación. Era alcalde de Vila-Real. La condena se produjo por su "desprecio" a los ciudadanos y por hacer "oídos sordos" a las reiteradas quejas de los vecinos contra el ruido procedente de una fábrica de cerámica en situación irregular. No se le concedió el indulto. Sin embargo, su partido, el PP, siempre ha hecho piña a su alrededor (como ha pasado con otros de sus cargos públicos condenados o imputados) e, incluso, le mantienen como presidente del PP local.

-Alfonso Ferrada: Fue alcalde de Burriana. Se le imputó delitos de prevaricación, malversación y cohecho. En marzo del año pasado se convirtió en senador por Castellón, en sustitución de Andrea Fabra, adquiriendo así inmunidad parlamentaria.

-Eduardo Zaplana: De Eduardo Zaplana ya he hablado en otras ocasiones dentro de este apartado. Aunque ahora ya no cuenta con el favor del PP valenciano, es indudable que gracias al apoyo del partido pudo librarse de que le salpicase toda su propia corrupción. A los casos que ya he comentado de él, habría que añadir esta estafa inmobiliaria. También se dice que Maruja Sánchez, la concejala socialista tránsfuga que le dio la alcaldía de Benidorm, todavía vive del dinero que cobró. Quizá salga rentable ser corrupto.

Lo he dicho otras veces y lo mantengo. La diferencia a la hora de luchar contra la corrupción está en la reacción de los partidos. En eso, gana el Partido Socialista al Popular. Cada vez que aparece un socialista en alguna trama corrupta, inmediatamente se le suspende de militancia. En el PP se le mima y defiende incluso más allá de lo defendible.