Todavía estoy impactado por el testimonio de un periodista británico que asegura que mató a su novio, que sufría SIDA en fase terminal. Lo habían pactado. Lo asfixió hasta la muerte. Puedo ponerme en la piel de ese enfermo terminal sufriendo. Si yo sufriera una enfermedad y el fin estuviera cerca, tampoco querría sufrir. Pero no sé si puedo ponerme en la piel de ese hombre, obligado a matar a la persona que ama.
Testimonios como éste sólo hacen reafirmar una cosa: se necesitan leyes, aquí y en el Reino Unido y en cualquier otro país, para regular y legalizar la eutanasia. Esto no implica que se vaya a matar a todos los pacientes como en la época nazi. Simplemente dar esa posibilidad a quien lo desee. Para que nadie se vuelva a ver en la obligación de matar a su amante.
Pero desgraciadamente, la muerte sigue siendo un tabú. La muerte es parte de la vida, no el fin de ella. Todos nacemos y todos morimos. Cuando comprendamos eso, podremos afrontar el drama de morir.
viernes, 26 de febrero de 2010
El drama de morir
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