¿Dónde está Dios?

A raíz del terremoto de Haití, mucha gente se ha preguntado dónde estaba Dios y por qué no evitó la tragedia. es una pregunta legítima que las personas siempre se han hecho ante grandes tragedias; se lo preguntaron los judíos en los campos de concentración nazis y también los testigos del gran terremoto de Lisboa de 1755.
Ante esta pregunta, teólogos y otros personajes eclesiásticos han dado su propia respuesta. La respuesta suele ser la misma: Dios está bajo los cascotes y junto a los supervivientes, está en los ojos de esos niños sacados de las ruinas, en el corazón de los bomberos que están rescatando personas...
¿Qué Dios está bajo los cascotes? Pues vaya un Dios morboso. Ya podía hacer unos cuantos milagros y colaborar en las labores de rescate. Al menos, ya habría llegado adonde no legan los bomberos.
¿En los ojos de los niños rescatados? Vete y díselo a un niño que se ha pasado una semana agarrado al cadáver de su madre y que ahora, una vez rescatado, ya no tiene familia que le cuide.
¿En el corazón de los bomberos? Creía que Dios nos había dado libre albedrío y no interfería en nosotros. La verdad es que nunca he entendido ese buenismo con respecto a las actitudes del ser humano. Todo lo bueno es obra de Dios. Lo malo no.
En fin, ya podía haber diseñado Dios un mundo en el que los terremotos no fueran posibles. O que, al menos, no se produzcan en los lugares más abandonados de Su mano. A mí, sinceramente, me cuesta creer que exista viendo las consecuencias de este terremoto y de otros sucesos igual de impactantes. Pero claro, yo no soy teólogo, sino simplemente un agnóstico con ganas de escribir algo en un blog.