Dirigida por Atom Egoyan, es una de las películas más impresionante y emotivas sobre el genocidio armenio, perpetrado por los turcos, desde 1915 hasta 1917. Claro que, a diferencia del genocidio judío perpetrado por los nazis, hay muy pocas películas sobre el genocidio armenio, lo que ha contribuido a su olvido. El nombre de Ararat proviene del nombre del monte que sirve de símbolo a Armenia (aunque se encuentra en Turquía) y donde, según el cristianismo, se quedó varada el arca de Noé cuando las aguas del diluvio bajaron.
La película se centra en la historia de un joven director de cine que regresa a Canadá con unas latas de películas. También esconde algún secreto. Un funcionario de aduanas, interpretado por Christopher Plummer, quiere descubrir qué esconde este joven director y lo somete a un interrogatorio. El joven director afirma que sólo tiene material extra para una película que está rodando en Canadá. Pero el funcionario de aduanas piensa que miente. Paralelamente, iremos conociendo las historias de dos familias. Por un lado, la historia del joven director, de origen armenio (¿quizá un autorretrato del propio Atom Egoyan?), y su relación con su madre, cuyo pasado intenta negar y su hermanastra, que culpa a la madre de la muerte del padre.
Por otro lado, el funcionario de aduanas trata de aceptar la relación que su hijo mantiene con un actor de origen turco (interpretado por Elias Koteas).
Y de fondo, el genocidio armenio que, a pesar de haber ocurrido hace tantos años, cambiará la vida de los protagonistas de esta cinta.
Una película muy interesante y digna que es imprescindible no perderse.
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