miércoles, 3 de noviembre de 2010

La Iglesia ante las víctimas del metro

Como ya sabéis los que me seguís habitualmente, dedico el día 3 de cada mes a analizar diferentes aspectos del accidente de metro que causó 43 muertos el 3 de julio de 2006 en Valencia. Hoy quiero iniciar una tanda de post, que encontrarán sus continuaciones cada día 3, analizando a los diferentes agentes sociales y su comportamiento frente a este accidente y sus consecuencias. Hoy, empezamos con la Iglesia.



Se suele decir que la Iglesia suele estar con los que más sufren, menos si esos sufrientes se están enfrentando al Gobierno de turno.
El accidente de metro coincidió con una semana en la que Valencia se preparaba para un acontecimiento religioso: la visita de Benedicto XVI, que era la primera a España. A toda prisa se realizó un funeral de Estado en la catedral y los tres días de luto se redujeron a dos. Hubo un problema, quizá ajeno o no a la organización eclesiástica del evento, que es bastante llamativo. Mientras las victimas velaban los cuerpos de sus fallecidos, personas enviadas por el Gobierno valenciano que les proponían acudir a la catedral para ser recibidos por el Papa y que les consolara. Algunos aceptaron. Pero en realidad, permanecieron una hora en la puerta de la catedral (rodeados de gente que estaba celebrando la fiesta del Papa) y simplemente recibieron un saludo fugaz de Benedicto XVI, como si fueran unos peregrinos más. Posiblemente, Benedicto XVI ni siquiera sabía quién era esa gente a la que saludaba. El único acto que se hizo aquel día para recordar a las víctimas del metro fue una parada que hizo el Papa para dejar una corona de flores en la boca del metro de Jesús, donde se produjo el accidente.
Pero en los años sucesivos, los desagravios de la Iglesia con las víctimas del metro han sido claros y evidentes.
Las víctimas del metro pidieron una misa en la catedral el 3 de julio de 2007, para conmemorar el primer aniversario. Pidieron, además, que la oficiara el entonces arzobispo Agustín García Gasco. Éste se negó, alegando problemas de agenda. La sorpresa fue que, un día antes, García Gasco aparecía junto a Rita Barberá inaugurando un monolito "en recuerdo de las víctimas". Esto enfureció a algunas de las víctimas (especialmente las de mayor sensibilidad cristiana), que lanzaron abucheos y gritos contra el arzobispo.
El 3 de julio de 2008, las víctimas volvieron a pedir una misa oficiada por el arzobispo. De nuevo, problemas de agenda se lo impedían, pero esta vez, el desagravio se hacía más evidente, ya que el arzobispo contraprogramó con otra misa a la misma hora que la de las víctimas en Valencia, en la iglesia arciprestal de Torrent, y sólo para las víctimas de Torrent. Los bancos reservados para esos familiares quedaron prácticamente vacíos.
El 3 de julio de 2009, ya teníamos nuevo arzobispo, Carlos Osoro. Pero las cosas no cambiaron mucho. De nuevo, el arzobispo se negaba a oficiar la misa de aniversario, pero proponía a otro sacerdote. Antes de empezar la misa, el sacerdote les advirtió de que no podrían leer un texto como hacían cada año, "porque la Iglesia no es lugar para leer discursos políticos". Sin embargo, en un descuido, una de las víctimas pudo leer ese "discurso político".
Y llegamos al 3 de julio de 2010. En esta ocasión, de nuevo sin el arzobispo, les dejaron elegir al sacerdote que la oficiara. El elegido fue uno cercano a un movimiento progresista del seno de la Iglesia. Sin embargo, diez minutos antes de comenzar la misa, les comunicaban que el sacerdote elegido no podría oficiar la misa y ponían en su lugar a otro menos progre. Y por supuesto, esta vez no hubo descuido que permitiera leer un "discurso político".




(Imagen extraída de aquí. El texto dice: 3-J: 43 muertos, 47 heridos, 1 cura vetado.)






Anteriormente: Sobre el accidente del metro.

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