miércoles, 29 de octubre de 2014

Sobre cajas fijas y tarjetas opacas: el dinero es mío y hago lo que quiero con él

En estas últimas semanas han saltado dos casos de corrupción similares, aunque no lo haya sido su seguimiento.
Por un lado tenemos lo de los consejeros de Caja Madrid utilizando tarjetas opacas para gastar el dinero del banco en sus caprichos personales. Los consejeros (del PP, del PSOE, de Izquierda Unida, de Comisiones Obreras y de UGT) pagaban con estas tarjetas desde gastos lujosos de miles de euros diarios hasta gastos más superfluos y cotidianos que apenas pasaban del euro. Estas tarjetas se convirtieron en las tarjetas personales de los consejeros implicados (incluyendo nombres como Miguel Blesa o Rodrigo Rato) que se dedicaron a saquear así la caja, una caja que fue rescatada, no lo olvidemos, con millones de dinero público. Más sangrante es el hecho de que vivieran a todo tren, quemando las tarjetas, mientras a la ciudadanía se apretaba el cinturón hasta más allá del límite, eso cuando no se desahuciaba a esa ciudadanía o se la estafaba con las preferentes.
Por otro lado, el Gobierno valenciano tenía su propia tarjeta opaca, que se llamaba caja fija. Las cajas fijas están presentes en todas las administraciones y funcionan con un hermetismo total, almacenando millones de facturas de las que hasta ahora no se sabía nada. Su coste se estima en 40 millones, aunque hubo años, como en el 2008, en que se gastaba un a media de medio millón de euros al día. En las cajas se almacenan facturas de gastos personales como cenas de sushi por 500 euros, horchata por más de mil euros o 200 euros en encargos de solomillo y marisco. Juan Cotino cargó en la caja que controlaba facturas por coronas de flores por el fallecimiento de familiares de la gente de Cotino, o incluso recibos en Consum y otras tiendas por compras que no llegaban a los cinco euros.
El caso de las cajas fijas valencianas (un mecanismo de pago que se legalizó con Francisco Camps) entronca con la mentalidad de los gobernantes valencianos de que el dinero público es de ellos. Hace unos años ya se levantó cierta polémica cuando se descubrió que los miembros del Gobierno valenciano utilizaban el coche oficial para sus asntos personales, tales como llevar a los hijos al colegio o encargar paellas. Las cajas fijas es una extensión de eso: gastar recursos públicos en asuntos personales.
Ambos casos, las tarjetas opacas de Caja Madrid y las cajas fijas valencianas son también el reflejo de la mentalidad que muchos de los políticos de los principales partidos tienen con respecto al dinero, más si es público. Vivir a todo trapo es muy fácil, si el dinero es de otro.
Y alguno aún se preguntará por qué cada vez más gente confía en Podemos.

martes, 28 de octubre de 2014

Podemos da miedo... a quienes tienen mucho que perder



(Encuesta de Sigma-Dos para Telecinco, en la que Podemos se sitúa en segundo lugar.)


Desde el éxito de las elecciones europeas, Podemos está cosechando cada vez más apoyo por parte de los votantes. Hace unas semanas, una encuesta realizada en la Comunidad Valenciana sobre los líderes políticos valencianos arrojaba que los preferidos para gobernar la comunidad autónoma eran Mónica Oltra, de Compromís, y "el candidato de Podemos". Esto demuestra, entre otras cosas, que la gente está harta de la política tradicional, ya asociada irremediablemente, a la corrupción y la falta de democracia.
Ante esta tendencia, las alarmas se han activado. La política tradicional se ha visto superada por un partido que ha sabido canalizar la indignación y la rabia de la gente a través de un proyecto ilusionante. Esto es algo que hasta ahora no había logrado nadie, ni siquiera los líderes de los nuevos partidos que han ido surgiendo estos años de crisis política que vivimos. Podemos atrae tanto a la gente que, de hecho, cada vez que es criticado por el restod e partidos o por periodistas afines de un lado y de otro no hace más que aumentar la cuota de sus votantes y simpatizantes.
No solo la política tradicional está asustada; también aquellos que van de radicales, protocomunistas, anarquistas, puros, revolucionarios, intelectuales marxistas. Critican a Podemos, dicen que es parte de la maquinaria de la política, que lo suyo es una pose para alcanzar el poder y chupar de él, que se pongan por encima de la dicotomía derecha-izquierda. Es normal que cada uno critique en base de su ideología. Es lícito y legítimo. Pero lo que me llama la atención de estos críticos es que no ofrecen ninguna alternativa. Muchos hablan de que Podemos no cambiará nada, porque no se puede cambiar nada desde dentro. Pero tampoco ofrecen ninguna solución ni hablan de cómo se pueden cambiar las cosas desde fuera o cómo se debe hacer la revolución.
No sé en qué acabará todo lo de Podemos. Quizá alguna vez lleguen a gobernar. entonces veremos si son una decepción o no. De momento, nadie puede negar que son un soplo de aire fresco entre tanto corrupto y ladrón de una parte y de otra. Lo demás, el tiempo lo dirá. Yo, que hace tiempo empecé a desconfiar de los políticos, vuelvo a confiar gracias a Podemos (de los demás aún sigo desconfiando). Será que yo no tengo mucho poder o acceso a dinero público que perder.

martes, 7 de octubre de 2014

Ébola: la enésima chapuza con la firma de la Marca España

Este verano asistíamos, entre alucinados y sorprendidos, al despliegue de medios que el Gobierno de Mariano Rajoy había preparado en el aeropuerto para traer a España a Miguel Pajares, un misionero español contagiado de Ébola. Con él no se reparó en gastos, al contrario de lo que pasó con otros, como el espeleólogo español Cecilio López, aunque eso es objeto de otro debate. Aquel primer traslado fue, en apariencia tan bien, que el Gobierno español decidió repetir la experiencia con otro misionero contagiado de Ébola, Manuel García Viejo (aunque en esta ocasión no hubo tanta parafernalia). El Gobierno ya tenía lo que quería: un paripé propagandístico que le permitía hacer ver que sabían hacer las cosas (ante su inutilidad para afrontar la crisis económica). Incluso se permitieron sacar pecho y ofrecerse al resto del mundo para dar lecciones. La Marca España levantaba cabeza.


(Tuit del Ministerio de Sanidad ofreciendo su ayuda para los protocolos de repatriación de afectados por el Ébola.)

Ya desde el primer momento se advirtió de que las cosas no estaban haciéndose correctamente. España es un país que nunca se ha enfrentado a un virus como el Ébola. Además, el actual Gobierno entró hace unos años en un proceso de desmantelación y privatización de la Sanidad pública que, unido a los recortes, ha empeorado la calidad sanitaria española. Fuimos muchos entonces los que advertimos que traer a gente infectada de Ébola a España era una mala idea porque podría provocar que la enfermedad se extendiera. Desgraciadamente, el tiempo nos ha dado la razón.
Ayer se supo que una auxiliar de enfermería que atendió a ambos misioneros había contraído el Ébola. Es el primer contagio que se da en Europa. Y conforme sabíamos más datos, más improvisado sonaba todo.
La auxiliar tuvo vacaciones al día siguiente de atender al segundo misionero, que aprovechó para hacer vida normal. Hacia el día 30 de septiembre empezó a sentir síntomas. Cuando acudió al hospital (donde puso en conocimiento que había atendido a los afectados de Ébola) no la ingresaron porque no tenía suficiente fiebre. Días después volvió a acudir y la remitieron al hospital de Alcorcón donde finalmente le harían las pruebas porque ella misma las solicitó varias veces. Las denuncias no se han hecho esperar. No han sido pocos los que han sacado a la luz pública que los hospitales no están preparados para esta eventualidad, que el personal sanitario no está formado ni preparado (tan solo han recibido "cursillos" de media hora) y que los trajes de protección son de nivel 2 (cuando en el resto de Europa se utilizan los de nivel 4).
Todo esto son fallos de protocolo que nos ponen a todo el país en un serio peligro. ¿La ministra Ana Mato (un apellido que no inspira confianza en una ministra de Sanidad) debe dimitir? Dejemos que sea ella la que hable. Retrocedamos en el tiempo hasta el año 2009.



(Esto es lo que dijo Ana Mato, entonces en la Oposición sobre Carme Chacón, ministra socialista de Sanidad durante el brote de gripe porcina de 2009.)


No es un secreto decir que en España todo se hace de forma chapucera. Ejemplos no faltan. Ni siquiera los protocolos de seguridad cumplimos. He aquí unas cuantas imágenes que pueden ayudar a entender por qué España se ha convertido en el primer país europeo en sufrir un brote de Ébola, atrayendo la mirada del mundo entero; otro éxito de la Marca España.



(Documento que demuestra que ni los protocolos de seguridad se cumplieron. Extraído de aquí.)



(Trajes de protección utilizados en España.)




(Aislamiento en el hospital de Alcorcón.)



(Técnico sanitario en una ambulancia durante el traslado de Miguel Pajares.)




(Dos imágenes del aislamiento en el hospital La Paz, en Madrid, ante un caso sospechoso de ser Ébola, aunque luego resultó no serlo. En la segunda imagen se puede ver el traslado de un paciente convencional.)



(Una persona sin protección dentro del avión que trasladó a Miguel Pajares.)



(Un médico portando una mochila durante el traslado de Miguel Pajares.)

miércoles, 1 de octubre de 2014

Extrañas prioridades

"Las prioridades de este país son de chufla."
(De la serie Los Simpson.)



Nunca he entendido las prioridades de los políticos cuando llegan al poder. ¿Anteponen el dinero, el poder o el ego personal a las necesidades básicas de la ciudadanía a la que dicen representar? En la Comunidad Valenciana llevamos más de veinte años sufriendo esas extrañas prioridades políticas. Mientras Valencia y las provincias se convertían en escaparate gracias a los grandes eventos, los servicios públicos se deterioraban. Barracones convertidos en aulas, hospitales cuyos techos se derrumban, museos y estaciones de metro que se inundan cuando llueve, transporte público inseguro (materializado en aquel terrible 3 de julio de 2006). Aún así, los gobernantes valencianos sacan pecho. Y mientras, la Comunidad Valenciana está en todos los mapas; pero en los mapas que señalan la corrupción política. Hace un par de días, en el colmo de esas extrañas prioridades, Valencian izaba una megabandera española de 15.000 euros. Mientras, dependientes languidecen y mueren sin recibir ayudas. Esa es la Valencia de Barberá, Fabra y la cueva de los corruptos.
A nivel nacional la cosa no mejora mucho. Rajoy y los suyos enseguida se aprestaron a sacar de África a los dos religiosos contagiados de Ébola. Bien, el Gobierno español se preocupa por los españoles en peligro en el extranjero, ¿verdad? Pues en realidad no. ¿Dónde estaba el Gobierno cuando Emma Rodríguez, madrileña enferma de neumonía atípica pidió ayuda desde Argentina para ser repatriada a España? A ella se la dejó morir allí. Un caso más reciente ha sido el de Cecilio López, un espeleólogo español atrapado en una cueva en Perú. El Gobierno se desentendió totalmente de él, siendo finalmente rescatado gracias a aportaciones voluntarias. Repito por si no ha quedado claro: El Gobierno español dejó abandonado a su suerte a un ciudadano español.
Quizá todo esto se deba a las verdaderas prioridades del PP: El patriotismo y la religión. El (falso) patriotismo de bandera (y complementos como pulseritas, bolsos y cinturones a juego), mano en el pecho y lágrimas al oír el himno. Y los religiosos, que son los que más votos dan al PP (aunque después de la traición del aborto del Gallardón ya veremos). Todo lo demás, para el PP, no es interesante.