miércoles, 1 de octubre de 2014

Extrañas prioridades

"Las prioridades de este país son de chufla."
(De la serie Los Simpson.)



Nunca he entendido las prioridades de los políticos cuando llegan al poder. ¿Anteponen el dinero, el poder o el ego personal a las necesidades básicas de la ciudadanía a la que dicen representar? En la Comunidad Valenciana llevamos más de veinte años sufriendo esas extrañas prioridades políticas. Mientras Valencia y las provincias se convertían en escaparate gracias a los grandes eventos, los servicios públicos se deterioraban. Barracones convertidos en aulas, hospitales cuyos techos se derrumban, museos y estaciones de metro que se inundan cuando llueve, transporte público inseguro (materializado en aquel terrible 3 de julio de 2006). Aún así, los gobernantes valencianos sacan pecho. Y mientras, la Comunidad Valenciana está en todos los mapas; pero en los mapas que señalan la corrupción política. Hace un par de días, en el colmo de esas extrañas prioridades, Valencian izaba una megabandera española de 15.000 euros. Mientras, dependientes languidecen y mueren sin recibir ayudas. Esa es la Valencia de Barberá, Fabra y la cueva de los corruptos.
A nivel nacional la cosa no mejora mucho. Rajoy y los suyos enseguida se aprestaron a sacar de África a los dos religiosos contagiados de Ébola. Bien, el Gobierno español se preocupa por los españoles en peligro en el extranjero, ¿verdad? Pues en realidad no. ¿Dónde estaba el Gobierno cuando Emma Rodríguez, madrileña enferma de neumonía atípica pidió ayuda desde Argentina para ser repatriada a España? A ella se la dejó morir allí. Un caso más reciente ha sido el de Cecilio López, un espeleólogo español atrapado en una cueva en Perú. El Gobierno se desentendió totalmente de él, siendo finalmente rescatado gracias a aportaciones voluntarias. Repito por si no ha quedado claro: El Gobierno español dejó abandonado a su suerte a un ciudadano español.
Quizá todo esto se deba a las verdaderas prioridades del PP: El patriotismo y la religión. El (falso) patriotismo de bandera (y complementos como pulseritas, bolsos y cinturones a juego), mano en el pecho y lágrimas al oír el himno. Y los religiosos, que son los que más votos dan al PP (aunque después de la traición del aborto del Gallardón ya veremos). Todo lo demás, para el PP, no es interesante.

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