viernes, 12 de febrero de 2016

Titiriteros etarras, pederastas serbios y ataques contra la libertad de expresión

Llevamos una semana escuchando debates sobre un caso esperpéntico que, al cabo de los días, se ha convertido en algo más serio. Me refiero a los titiriteros detenidos por representar una obra con títeres en Madrid, bajo la acusación de enaltecimiento del terrorismo. Parece que a todos esos que andan preocupados por la llegada al poder de Podemos también les preocupan temas serios como la vestimenta de los Reyes Magos, unos tuits de humor negro o una obra de títeres. Esta semana les ha tocado a un par de titiriteros, profesión que no era lá máxima encarnación del mal desde que Jiménez Losantos empezó a utilizar esa palabra para definir al Gobierno de Zapatero y sus seguidores.
Hace unos días eran detenidos dos titiriteros en Madrid mientras representaban la obra La bruja y Don Cristóbal. En un primer momento, los detalles se hicieron confusos. Se decía que un juez era ahorcado, que una monja era violada (en realidad, la violada parece ser que era la bruja), que se exhibió una pancarta que decía: "Gora ETA" (luego se supo que, realmente, en la pancarta ponía: "Gora ALKA-ETA" y que estaba plenamente justificada en el contexto de la obra). El juez Ismael Moreno Chamorro, claramente sin haber visto la obra, decidió meter en prisión a los titiriteros, bajo la acusación de enaltecer el terrorismo de ETA y de Al-Qaeda (menudo combo). Un juez que, por cierto, arrastra un oscuro pasado de su etapa en la policía.
Curiosamente, todos (y me incluyo yo) estamos opinando sin haber visto la obra. Pocos se detienen a escuchar a los que sí que la vieron. La derecha sigue erre que erre (ayudados por el acomplejamiento de la izquierda). Se insiste en que hubo enaltecimiento del terrorismo. La AVT, incluso, quiere querellarse contra el ayuntamiento de Madrid. Si Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid, acabara dimitiendo por este esperpento, y que, por ejemplo, Ana Botella no hubiera dimitido en su día por irse a un spa mientras cinco chicas morían en el Madrid Arena, estaríamos ante algo que podrían escribir juntos Valle-Inclán, Kafka y Berlanga.


Leyendo de qué trata la obra, no encuentro el enaltecimiento del terrorismo por ninguna parte. Según el juez, esa pancarta (en realidad, cartelito) en la que se lee: "Gora ALKA-ETA" es un híbrido de Al-Qaeda y ETA. Vamos, que por contener la expresión ETA ya es proetarra. No es la primera persona que esgrime ese argumento. Si es por eso, no podremos conducir camionETAs ni furgonETAs. No podremos dar bofETAdas ni patalETAs. No podremos comer calderETAs ni pancETA. No podremos fumar pETAs (bueno, esto prácticamente tampoco podemos hacerlo ahora). No podremos alcanzar mETAs. No podremos ir al bosque y recoger sETAs. Los mineros no podrán encontrar vETAs. No podremos quejarnos de la jETA de algunos. No podremos pagar con tarjETA. Y en Navidad no podremos tocar la panderETA. Y tendremos que retirar del abecedario la letra zETA. Y las tETAs quedarán vETAdas (vaya esta palabra tampoco se puede utilizar). Y, para colmo, en Valencia no se podrán dar "vivas" a la GeperudETA ni en Cataluña a la MorenETA.

Da la sensación de que hay gente, sobre todo en el espectro más conservador, que no saben distinguir aún entre realidad y ficción. Los titiriteros no eran terroristas ni estaban ensalzando a ETA (demasiadas veces estoy utilizando la palabra ETA en este post; debo estar encendiendo alguna alarma). Es como si ahora un juez pretendiera juzgar a Carmelo Gómez y los responsables de la película Días contados. O a Dani Rovira, que participa en actos de kale borroka y manifestaciones en favor de presos vascos en la película Ocho apellidos vascos. Claro que este país ya ha sufrido situaciones parecidas, y recientemente, como en el caso de la denuncia que hace unos años puso una asociación católica contra el director del festival de Sitges por la proyección de la película A serbian film (película que se edita este mes en nuestro país bajo la calificación de X), acusándolo de distribuir material de pornografía infantil.
Lo único que puede alegarse contra esta obra es que no es muy adecuada para niños. Y no por su supuesta violencia (hay mucha más violencia en un telediario, por ejemplo, y esa violencia es real; por no hablar de otras series, películas o videojuegos que seguramente los niños ven sin problema), si no porque seguramente no podrán entender las críticas que vierte la obra (y que se han convertido en realidad, como si estuviéramos viviendo en una monumental obra de teatro). Eso sí, en la página de Facebook ya se advertía de que la obra no era para niños. Uno de los titiriteros detenidos, además, hace unos meses a expuso el carácter de la obra en una entrevista en una televisión granadina.
Este esperpento solo hace que confirmar lo mal que se ha tomado la derecha la pérdida del poder. Manuela Carmena se ha convertido en el blanco favorito, por ser la alcaldesa de Madrid. Ya se han visto otros episodios esperpénticos como que las "revelaciones" del diario La Razón sobre las vacaciones veraniegas de Carmena (con capítulo ecologista incluído a cuenta de una flor que estaba en peligro de extinción y después no lo estaba) o el ya mencionado con respecto a la vestimenta de los Reyes Magos. En realidad, solo es un ataque político más de la derecha, utilizando como arma política el terrorismo de ETA (que se empeñan en resucitar) y a los niños (por segunda vez en lo que va de año; y, por cierto, igual que hacen con el supuesto adoctrinamiento de las escuelas catalanas). Porque, al parecer, cuando esta compañía representaba obras en Valencia o en la Madrid pre-Carmena no había ningún problema. De hecho, ni siquiera hubo problema en Granada, ciudad gobernada por el PP y donde también se representó la obra.
No podemos seguir dejando que ataquen así la libertad de expresión. De esta forma solo ganarán los intolerantes y antidemócratas para los que el fin (llegar al poder para seguir robando) justifica los medios.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Zapatero, el islamista etarra y Pablo Iglesias, el chavista iraní

Hace unos días tuve un animado debate en Facebook con alguien que decía estar muy preocupado por la financiación de Podemos. En sus líneas se llegaba a entrever que consideraba a los dirigentes de Podemos como agentes infiltrados del chavismo en España, algo que abiertamente dicen varias organizaciones vinculadas a la derecha española o venezolana.
Es evidente que, desde que Podemos empezó a dar señales de que podía gobernar este país (a alguno se le quedó la cara a cuadros cuando Podemos alcanzó los cinco eurodiputados), muchos se han empeñado en atacar, que no criticar, a la formación morada. Ataques basados en descontextualizaciones o, directamente, en mentiras. Y es que, como ya he dicho en otras ocasiones, vivimos en un mundo sobreinformado donde una mentira tiene muchísima vida, incluso a veces hasta resucitada. Y eso lo saben los atacantes, que lanzan bulos que pescan los incautos. La punta de lanza de esos atacantes es el periodista Eduardo Inda (quien ha llegado a reunirse con la policía) que se está convirtiendo en todo un experto en exagerar, descontextualizar y mentir gracias al altavoz de La Sexta Noche. Son indicios de sospecha, algunos están poniendo la lupa sobre la financiación de Podemos mientras no ven las sospechas de financiación ilegal que recaen sobre el PP,  especialmente, el PP valenciano.
La campaña de acoso y derribo contra Podemos me recuerda a la que, desde 2004, se llevó a cabo contra el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Desde el mismo 14 de marzo de 2004 que ganó las elecciones, a Zapatero se le acusó de estar detrás de los atentados del día 11. Se le acusó de que iba a vender España a los musulmanes (utilizando también falsedades) o de que se iba a rendir ante los terroristas de ETA. Desde la derecha navarra se llegó a decir que iba a vender Navarra a los separatistas vascos. Se acusó a Zapatero de orquestar la matanza de los trenes de Madrid para llegar al poder y se utilizó constantemente, durante toda la legislatura, a los muertos contra el presidente. Una campaña de mentiras que tenía por lanza a otros pseudoperiodistas como Jiménez Losantos y Pedro J.
La derecha nunca está a gusto cuando pierde el poder. Es por eso que recurre a campañas de desprestigio, sustentadas en exageraciones y falsedades. Y el complejo de la izquierda, que siempre tiene que estar justificándose, ayuda mucho a que esas campañas se extiendan (véase lo que está pasando últimamente en Madrid).

lunes, 8 de febrero de 2016

He vuelto

Ha pasado mucho tiempo desde que publiqué por última vez en este blog. Ciertos motivos personales (positivos, que nadie se preocupe), me han mantenido alejado. Sin embargo, ahora puedo decir que voy a retomar la actividad de este blog, así que en los próximos días volveré a publicar.
Si aún queda alguien ahí, le pido disculpas por esta sequía de noticias.