jueves, 25 de julio de 2013

La culpa es del maquinista. Y se acabó. Punto final

Voy a interrumpir mis vacaciones blogueras para hacer algunos comentarios sobre el desgraciado accidente de tren que ocurrió ayer en Santiago de Compostela. A la hora de escribir estas líneas, son ochenta las vidas que se ha cobrado el siniestro.
No voy a hablar sobre el tratamiento informativo de las cadenas y medios de comunicación (vomitivo salvo la honrosa excepción de la televisión autonómica gallega y la SER en el día de ayer). El morbo es algo que las televisiones y diarios explotan en este país muy bien (ejemplos no faltan: como los atentados del 11 de marzo o el accidente del avión de Spanair en 2008). No debe sorprendernos en un país donde todas las cadenas de televisión detuvieron su programación para televisar en directo la sentencia del caso Bretón.
Lo que me sorprende es cómo la historia se repite, y parece que no hemos aprendido de ella. ¿A qué me refiero? A que está pasando con este accidente lo mismo que pasó con el del metro de Valencia en 2006. "La causa del accidente es la velocidad", nos dicen las televisiones. Y más de uno se lo cree. ¿Y quién es el culpable de que ese tren circule a esa velocidad excesiva? Fácil, el maquinista. Por tanto, se abre la veda para criminalizar al maquinista. Si hay que manipular a la opinión pública se hace. Si hace falta, sacamos en portada un supuesto perfil suyo en Facebook en el que presumía, allá por el 2012, de llevar la máquina a 200. No importa. La mierda es bienvenida en estos casos. Y cuanta más, mejor. Desviemos la atención para que la gente centre su objetivo: el maldito maquinista.
Que el tren iba a mucha velocidad es más que evidente. Pero lo que nadie se está preguntando es por qué. ¿Por qué ese tren iba a tanta velocidad? ¿Fallo humano o mecánico? Y más aún. ¿El sistema de frenado del tren era adecuado? A la vista está que no. ¿No habría que revisar los protocolos de seguridad y revisiones? ¿Cuál era el estado real de las infraestructuras?
Sinceramente, el accidente tiene muchas lagunas que veremos cómo explican los de arriba. Yo me quedo con dos de esas lagunas. La primera, ¿cómo es posible que un vagón "salte" un talud de cinco metros y se desplace durante varios metros más, quedando separado del resto del convoy? El otro es relativo al propio descarrilamiento. El año pasado publiqué mi libro sobre la tragedia del metro de Valencia de 2006. En él, uno de mis argumentos era que el accidente no se había producido por un exceso de velocidad, ya que en ese caso, el descarrilamiento se produce desde atrás, y no desde delante. Lo mismo pasa en el accidente de Galicia. En la grabación que se ha filtrado se ve claramente como el tren se sale de la vía desde el segundo vagón, y no desde el último.



(Fotograma del vídeo filtrado. Se ve claramente como el segundo vagón se va recto, arrastrando al resto de vagones, mientras que la cabina aún continúa en la curva.)


Las causas sobre lo sucedido aún no están claras. Pero como siempre ocurre en este tipo de desgracias, el culpable ya está claro: es el maquinista. Los poderes ya lo tienen claro. Pronto lo tendrá claro el resto de la sociedad. ¿Habrá que esperar a que dentro de siete años Jordi Évole haga un reportaje?