Segundo día: Camps declara

Hoy ha habido más expectación frente a las puertas del TSJV y, supongo que prevenido por lo de ayer, los del PP mandaron mensajes masivos para que los suyos acudiesen a apoyar al presidente valenciano.
Yo, por mi parte, he llegado al lugar a las diez y pico. Desgraciadamente, Camps ya había entrado (pequeño paréntesis para advertir que el abogado de Camps es el mismo de Carlos Fabra, cosa curiosa, ¿no?), así que decidí esperar a la salida, que preví hacia las doce. A un lado de la puerta se encontraban los periodistas televisivos. Frente a ellos, al otro lado de la puerta, se encontraban los del PP. Enfrente de la puerta, junto a unas marquesinas de autobús y un parque se encontraban los "anti-Camps" y los fotógrafos de la prensa.
Decidí quedarme, en un principio, en el lado de los del PP (pero, por supuesto, sin apoyarles), hacia el final, por si acaso. Estuve una hora rodeado de hombres trajeados y encorbatados con Las Provincias bajo el brazo, mujeres que parecía que acababan de salir de misa y marujonas de las de "a Dios rogando y con el mazo dando". Algunos llevaban banderitas valencianas, haciendo patente cómo el PP se ha metamorfoseado con los símbolos valencianos. Se oían conversaciones de todo tipo de apoyo a Camps. Hubo momentos de tensión cuando la Intersindical Valenciana trató de levantar una pancarta contra Camps sujeta por cuatro globos. Varios "demócratas" del PP arrancaron la pancarta y pincharon dos globos, acción aplaudida por el sector del PP al grito de "Camps presidente". Viva la libertad democrática del PP. Hubo otros momentos de tensión en los que incluso tuvo que intervenir la policía y que los medios se encargaron de cubrir (aunque después veremos si sale por la televisión).
Tras una hora, decidí marcharme al otro lado. Lo primero que me llamó la atención fue el amplio cordón de la policía nacional que nos cubría. Claro, como nosotros somos los radicales.
En fin, tras media hora, hacia las 11:30 más o menos, entraba Rita Barberá con su habitual traje rojo, acompañada de altos cargos de la Generalitat y el partido. Camps no tardaría en salir. Y no tardó. Salió con su habitual sonrisa forzada, atendió a la prensa, se dio un baño de ultitudes con los suyos, Rita le protegió la cabeza cuando entraba en el coche y se marchó. Rita y el resto de la comparsa se fueron, rodeados de medios, detractores y seguidores, a sus coches y así acabó el segundo día de declaraciones, al menos para mí.
La nota curiosa del día: una camioneta de una empresa valenciana dedicada a la destrucción legal de documentos confidenciales pasó por delante del Tribunal mientras esperábamos a que Camps saliera. ¿Vendría de algún sitio especial?