El buen retiro

Tanto que despotrico contra los jerarcas de la Iglesia pero al final he descubierto mi vocación: quiero ser arzobispo. Concretamente arzobispo de Valencia. Y concretamente, quiero seguir los pasos de Agustín García Gasco.
Trabajar por amor al dinero y no al prójimo. Firmar sustanciosos acuerdos con la Generalitat para lograr mayor beneficio económico. Y, por supuesto, saltarme la legalidad vigente, como lo de la pseudofacultad de Medicina de la Universidad Católica.
Y como premio, tras la jubilación (yo creía que esto era una vocación, que no hacía falta jubilarse) recibir un palacete (o palauet) para el que el arzobispado gastará 200.000 euros en su remodelación. El palacete incluirá una vivienda, una capilla privada, un despacho y salas para personal de su gabinete.
En fin, lo dicho, yo quiero ser arzobispo de Valencia.