¿Valen la pena tantas molestias?

Esta es la pregunta que muchos se hacen, no sin razón, por ejemplo, a raíz de las obras de la línea de metro T2.
El corte de calles y el levantamiento de otras provoca, como es lógico, malestar entre los afectados. Además, muchos comerciantes de los alrededores ven peligrar sus negocios precisamente por esas obras. Y la verdad es que no es para menos. He pasado muchas veces por la avenida Regne de València y aquello está impracticable.
Otra de las denuncias se debe al trabajo que se realiza por la noche, debido a que hay que cumplir con el plazo para llegar a la inauguración. Ya he dicho en otras ocasiones que me parece una temeridad realizar una obra de noche (más con la tecnología de la que disponemos en España), pero es que esto además provoca molestias en los vecinos que soportan el ruido de la maquinaria a todas horas del día y de la noche. Pero ya sabemos adonde pueden conducir las prisas por inaugurar algo. Sobretodo en el metro.
No faltará quien diga que estoy posicionándome en contra del progreso de Valencia o que en el futuro podré disfrutar de los grandes servicios que nos proporciona la ciudad (ejem). Nada de eso. No me opongo a que la ciudad progrese. Simplemente creo que se pueden acometer ciertos proyectos sin provocar tanto malestar, ni obligar a los comerciantes a apretarse (más aún) el cinturón.