¿Tradición, superstición o fanatismo?

Reconozco que no me gustan las aglomeraciones. En ese sentido soy un poco agorafóbico. Quizá por eso, no entiendo esas grandes concentraciones de gentes cuando se realiza alguna procesión religiosa. O quizá se deba a mi descreimiento hacia las confesiones religiosas. No lo sé.

El pasado día 9, durante la procesión del Cristo Negro en Filipinas (acto al que pertenece la fotografía de arriba), murieron dos personas, una de ellas pisoteada por la multitud que quería tocar la imagen porque se cree que tiene poderes curativos. Y me pregunto yo, ¿merecía la pena morir por querer tocar una reliquia?

Algo parecido a lo que ocurre todos los años (aunque sin muertos, afortunadamente) en Valencia con el traslado de la Virgen de los Desamparados.

Y para que nadie diga que sólo me meto con los cristianos por venerar en masa estatuas y figuras (el socorrido argumento de "No te atreves a meterte con lo musulmanes"), diré que tampoco entiendo cosas como la peregrinación en masa de todos los años a La Meca, por muy vistosas que sean las imágenes, donde siempre hay muertos por las avalanchas humanas:

No sé, a lo mejor me equivoco, o soy un marciano, pero empiezo a sospechar que la línea entre tradición, superstición y fanatismo se difumina, que no está tan clara como nos lo quieren hacer creer las diferentes confesiones religiosas.