SGAE: ¿la nueva KGB?

En noviembre, la Asociación para la Protección de Datos de los consumidores abrió un expediente a la SGAE. La razón es que la SGAE pretendía utilizar como prueba contra un salón de bodas un vídeo grabado por un detective de forma ilegal y con el que pretendían demostrar que el salón reproducía canciones protegidas por los Derechos de Autor. Curiosamente, muchas de las reclamaciones similares de la SGAE se basan en vídeos grabados en situaciones parecidas (o sea, que para denunciar que se utilizan canciones de forma "ilegal", graban vídeos ilegales violando el derecho de imagen de los afectados).

Pero lo que me ha tocado más los huevos en el tema de la puñetera SGAE y su puñetero canon es de lo que me he enterado hace poco. Andaba con la mosca detrás de la oreja desde hace tiempo cuando, en un viaje que hice en autobús a Pamplona, me encontré con que, ni a la ida ni a la vuelta, nos deleitaron con una película. Resulta que la culpa la tiene la SGAE porque ya ha denunciado a tres compañías de autobuses por exhibir películas en sus viajes. El resto de compañías han dejado de exhibirlas por si acaso. ¿Y cómo se ha enterado la SGAE de que estas compañías exhibían películas? ¿Acaso ahora cada pasajero puede ser un espía de la SGAE? ¿Acabaremos tan paranoicos como los estadounidenses, pero buscando a Ramoncín en vez de a Ben Laden? Y hablando de Ramoncín. Seguro que no se ha metido entre pecho y espalda un viaje de siete horas de Valencia a Pamplona. ¿Qué pretende que haga en el tiempo que dura el viajecito; comerme los mocos? Sí, puedo leer. Pero ni yo soy capaz de pasarme siete horas seguidas leyendo. Y música tampoco podré escuchar porque tengo un MP3 y mi vecino de viaje puede ser un espía de la SGAE.

Y me pregunto ya por último; esta práctica de quitar las películas de los autobuses, ¿también se va a extender a las películas de los aviones?

En fin, Estados Unidos tuvo al FBI, la Unión Soviética al KGB; nosotros a la SGAE. Cada vez me están dando más argumentos para "delinquir".