martes, 17 de diciembre de 2013

Las cuchillas son ilegales, no las personas




El Gobierno de Rajoy, empeñado en resucitarnos cosas del pasado, ahora ha recuperado las cuchillas (ellos las llaman concertinas, como si estuviéramos en la ópera, como si eso dulcificara lo que son) de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla, que en su día ya implantó Zapatero y retiró un año después. El ministro dice que las cuchillas no son lesivas (que se envuelva él con una de ellas) y que las retirarán si se demuestra que provocan graves daños.
Podemos construir muros gigantescos, que lleguen hasta el cielo y que tengan un enorme grosor. Podemos rematar esas paredes con las cuchillas más afiladas que podamos imaginar. Pero la desesperación que empuja a estas gentes a emigrar no puede ser frenada así. Seguirán asaltando las vallas y cualquier obstáculo. Una persona que atraviesa andando un desierto no se reprimirá por una valla llena de cuchillas, aunque ello signifique su muerte.
Supongo que el ministro y el presidente del Gobierno necesitan ver muertos colgando de las vallas. Aunque hasta eso les dejaría indiferentes. Lo triste es que al resto de la sociedad también nos resultan indiferentes. Qué triste que entre seres humanos nos dividamos entre legales e ilegales, y que unos nos protejamos de los otros con métodos letales e inhumanos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mas que un comenterio es una anecdota desagradable,comentando con un hermano este tema me dijo enfurecido,que no sea hipocrita por que esa gente biene y realiza trabajos a mano de obra muy barata y que nuestros antepasados lucharon por tener unos derechos y nosotros pagamos unos impuestos.creo que no le parece bien lo de las cuchillas pero que hay que hacer algo para que no vengan.yo no estoy deacuerdo con el,yo creo que tendria que haber otra solucion.

Kurtz dijo...

Claro que existen otras soluciones, como tratar el problema de raíz. Ellos no van a dejar de venir porque pongamos cuchillas en la valla o las construyamos cada vez más altas. Dejaran de venir cuando las oportunidades en sus países sean las mismas que en los nuestros, por ejemplo.