Se llamaba María Soledad y era boliviana. La semana pasada empezó a encontrarse mal, con tos intensa y dolor de garganta. Acudió a su centro de salud, pero no la atendieron porque su tarjeta sanitaria había perdido validez, ya que ella ya no cotizaba a la Seguridad Social. Ante la negativa a ser atendida, se marchó a una farmacia donde compró medicamentos. Pero su estado empeoró y fue al Hospital Clínico, a Urgencias. Allí se le dio un tratamiento con antibióticos, pero no mejoró. Al día siguiente volvió a Urgencias, donde se le dio un tratamiento de suero y medicación y se le dio el alta. En el hospital le recomendaron que fuera al centro de salud, pues si volvía al hospital le cobrarían. En el centro de salud le recomendaron que volvieran al hospital, cosa que no hizo, pues no podía pagar.
El martes, su marido buscó a un médico privado, desesperado porque su mujer ya estaba moribundo. Ella falleció el miércoles. Cuando llamó a una ambulancia, le dijeron que no acudirían por un simple constipado.
María Soledad vivía en España desde hacía una década, a pesar de lo cual, no tenía papeles. Deja un marido y una hija de veinte años.
Nuestros gobernantes suelen presumir de su conciencia cristiana. Pero cuando les dicen de acoger y ayudar a los más débiles, a los que apenas tienen nada, hacen oídos sordos. En sus conciencias, y en las de los que les apoyaron, deberían pesar muertes como la de María Soledad. Estos son los resultados de las reformas del Gobierno: muertes y más muertes. En este caso, la ministra de Sanidad, Ana Mato, hace honor a su apellido.
Vergüenza debería darnos esta situación, en la que los más desfavorecidos acaban pagando con su vida los desmanes económicos de otros. Pensad la próxima vez si estáis orgullosos de decir aquello de "Yo soy español, español, español".
lunes, 25 de febrero de 2013
Valencia, avergüénzate; la muerte de María Soledad pesará en tu conciencia
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2 comentarios:
Este gobierno con sus decretos ley está deshumanizando una sociedad ya injusta de por sí.
Este duro ejemplo que nos cuentas echa por tierra aquello tan socorrido para algunos de que los inmigrantes se lo llevan todo en este país. La realidad es muy distinta.
Una historia verdaderamente triste.
Un abrazo
Triste es la realidad, desde luego, y ellos, los que gobiernan, cada vez la están haciendo más gris.
Un abrazo.
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