El 23 de febrero de 1981, España sufrió una intentona golpista que, afortunadamente, no triunfó. Pero hoy parece que la Historia se repite.
Desde hace unos días, se está sacando a diario información sobre una trama de corrupción política en el seno del PP; trama que podría desestabilizar al actual Gobierno. Es la trama de los sobresueldos pagados por el extesorero del partido Luis Bárcenas.
Pero, ¿y si todas estas informaciones fueran la excusa para dar un golpe de Estado en España? Que nadie me entienda mal; no estoy defendiendo la honorabilidad del PP, porque a estas horas, es constatable que no la tiene. Pero también hay que tener la mosca detrás de la oreja. Podríamos estar saliendo de la sartén para caer en las brasas.
Precedentes los hay. Ya ha pasado recientemente en Italia y Grecia, donde sus respectivos Gobiernos, podridos de corrupción, fueron sustituidos por Gobiernos tecnócratas impuestos, nunca votados por el pueblo. ¿Podría estar pasando lo mismo en España? ¿Se ha extendido tanto la idea, por otro lado nada descabellada, de que España está corrompida hasta la médula, que los organismo internacionales, rehenes de los mercados, ya preparan un Gobierno tecnócrata para España? ¿Y quién dirigirá ese Gobierno tecnócrata? El periódico ultraderechista La Gaceta ya hace sus apuestas (Ana Pastor, José Manuel Soria, Alberto Núñez Feijóo, José Antonio Monago o Álex Vidal-Quadras).
Otra solución a la actual crisis política de España pasa por formar un gobierno de concentración, formado por miembros del PP y del PSOE. Resulta curioso que Rubalcaba, líder de la Oposición, hable de un cambio de Gobierno, pero no mencione para nada elecciones, como si han hecho otros miembros de otros partidos de la Oposición. Un Gobierno de concentración (otra de las soluciones que se habló en el golpe de Estado del 81) es una forma de autoimponernos una dictadura constitucional, ya que se estaría capando a la propia Oposición. No es tanto mostrar que Gobierno y Oposición se preocupan por los ciudadanos, si no fusionar a ambos, y de paso, apuntalar el bipartidismo (el cáncer de cualquier sistema democrático).
La opción más sensata, si la corrupción política va a más, es que el gobierno se retire y convoque elecciones libres y democráticas, que el pueblo pueda elegir entre otras opciones libremente, sin injerencias extranjeras.
Pero mucho me temo que los tiros no van por ahí, que se está planeando imponernos un Gobierno a la medida de los mercados (los verdaderos amos de Europa; no Angela Merkel). Y ante eso, debemos prepararnos para no acabar como Grecia. Porque se está gestando ese golpe de Estado. Y esta vez, no veremos entrar a nadie a tiros en el Congreso, ni pasear los tanques por las calles de Valencia o de cualquier otra ciudad española. Tampoco veremos al rey salir en televisión para decir que está al lado de la democracia. Al contrario, el rey se arrodillará ante los golpistas, como el resto de la clase política española.
martes, 5 de febrero de 2013
Febrero de 2013: ¿Nuevo golpe de Estado?
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2 comentarios:
lo de que el rey está al lado de la democracia, ejem, el principal cerebro de aquel golpe tradicional era su tutor y amigo desde su adolescencia.
Y ahora ya vemos lo democrático que está siendo todo con su yerno y su hija, SINVER.
Si pasa lo que dices es el momento de impedirlo, no queremos una m de gobierno de concentración fuera esta casta de aprovechados GO HOME.
Espero que se haya entendido mi ironía con respecto al papel que jugó el rey en el golpe de Estado del 81.
En cuanto a lo otro, ni Gobierno de concentración ni Gobierno tecnócrata impuesto.
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