En los últimos años hemos visto a más de un alto cargo de este país pidiendo perdón Ya sea por la corrupción (Esperana Aguirre o Mariano Rajoy, entre otros) o por los casos de pederastia (el arzobispo de Granada). Esta moda la inició el anterior rey Juan Carlos I cuando pidió perdón por irse de cacería de elefantes a Botsuana ("Lo siento, y no volverá a ocurrir").
Más allá de la credibilidad que tengan estas muestras de arrepentimiento (siempre he dicho que los únicos que tienen credibilidad pidiendo perdón son los japoneses) existe un mensaje detrás de esto que a mí, personalmente, me chirría: Con pedir perdón uno se puede limpiar las manchas.
Esto, creo yo, forma parte de esa tradición secular que ha existido en este país, de la impregnación que durante tantos años ha tenido la Iglesia en nuestro país. Recordemos que un personaje como Juan Cotino acudían todos los días a misa antes de dirigirse a su despacho para poder tener la hoja de pecados limpia otra vez. Así, sin cargo de conciencia, podía dedicarse a sus trapicheos corruptos o a sobornar a las víctimas del metro, sabiendo que al día siguiente sus pecados (más bien delitos) serían perdonados.
Esto realmente es una corrupción (hasta esto lo corrompen) del concepto de perdón. Si no hay arrepentimiento no debería valer el perdón. Pero eso no importa cuando uno se enfrenta a una masa adormecida. Más de uno, cuando ve a un político pedir perdón por haber confiado en alguien que ha resultado ser corrupto, piensa que ese político está realizando un acto de contrición que le honra. Nadie se para a pensar en que ese político tiene más responsabilidad de la que realmente admite.
Por eso, no creo que en estos casos que afectan a las altas instituciones, donde ha habido y hay tanta ocultación, sirva de nada el perdón. No hay que exigir que pidan perdón; hay que exigir que el los delincuentes (sean corruptos, ladrones o violadores de niños) paguen, y paguen de verdad. El perdón, el perdón sincero de verdad, vendrá cuando cumplan su pena, cuando cumplan para con la sociedad. Pero que cumplan de verdad, por cierto.
jueves, 4 de diciembre de 2014
Perdón como absolución: nuestros políticos no son japoneses
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