Son muchas las veces que he hablado de la manipulación indecente de la televisión autonómica valenciana. Tantas que estaréis hartos de leerlo en mi blog. Casi tanto como yo de escribirlo.
Pero entre los periódicos que mi madre compro durante mi semana de ausencia he encontrado el texto que transcribo a continuación, firmado por César Campoy y publicado en Levante-EMV el pasado viernes, y no me resisto a compartirlo:
Un trabajo de primera
Algún día, nuestras facultades de Comunicación, en sus asignaturas de historia del periodismo valenciano, analizarán los años de manipulación informativa y propaganda al servicio del poder de nuestros medios de comunicación públicos. Se considerará una práctica moralmente despreciable, pero también se habrá de reconocer la casi impecable labor de los comisionarios políticos, apoltronados (en su derecho, cuidado), directivos y enlaces entre El Partido y ese megagabinete de comunicación en que ha devenido RTVV. Porque el trabajo realizado es execrable, pero, no podemos negarlo, casi de guante blanco. La estructura, los mecanismo y los hábitos se han asentado de tal manera, que parece que todos y cada uno de los eslabones (consciente o inconscientemente, queriendo u obligados) saben cuál es su rol. Y, otro logro, han conseguido que al común apenas nos llegue a sorprender nada. Ni tan siquiera que en un mismo noticiaro sea capaz de aparecer el jefe del Consell en media docena de escenarios diferentes. Se trata de un engranaje perfecto, con un punto esperpéntico (casi patético), que parte del hecho de que la ciudadanía es imbécil, y que consigue, dosificando y sin apenas despeinarse, lanzar el mensaje adecuado en el momento justo cercenar la realidad. "Normalidad absoluta" en el PP alicantino; ¿Síndic de greuges? ¿lo cualo?; "gracias al Consell" se evita la huelga en el sector de la enseñanza (¿qué huelga? ¿Aquella sobre la que los Notícies 9 nunca habían informado?). Y el Consell "protesta", el Consell "demanda", el Consell "exige", el Consell "apuesta" (esas perennes coletillas)... ¿Que dónde radica el límite a tanto cinismo supino? Ante profesionales tan experimentados, nunca se sabe. Y, en este caso, mucho menos, sobre todo, cuando ese límite se ha sobrepasado con creces. El listón quedó muy alto (no nos cansaremos de repetirlo, nos hemos contagiado de su tenacidad) con el peculiar tratamiento informativo que se brindó al accidente de metro del 3 de julio. A partir de ahí, porque se ha de estar hecho de otra piel, todo vale. Un trabajo de primera. Sí, señor. Enhorabuena. El Partido sabrá valorarlo.
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