En los últimos meses se están sucediendo graves disturbios en diferentes ciudades brasileñas. La proximidad del Mundial parece haber recrudecido los incidentes, las protestas y las huelgas. Además, las protestas se están reprimiendo con gran dureza y se están cometiendo verdaderas barbaridades.
Los políticos brasileños, empezando por la presidenta Dilma Rousseff, se han volcado en los dos grandes acontecimientos deportivos que se celebrarán en Brasil, el Mundial de fútbol dentro de menos de un mes y las Olimpiadas del 2016. Y detrás han quedado las que deberían ser las verdaderas preocupaciones de los dirigentes: las necesidades sociales del pueblo, en este caso, los brasileños.
Las esperanzas de un país no pueden sustentarse en planes megalómanos mientras las necesidades sociales no estén cubiertas. Es la lección que debería aprenderse de las protestas de Brasil. Porque este tipo de eventos y proyectos solo sirven para que unos pocos roben dinero (véase las Olimpiadas de Atenas 2004) y se pueden resumir en la frase "pan para hoy y hambre para mañana". Generalmente estas construcciones después ya no se vuelven a utilizar y no se recupera el dinero invertido. En España tenemos ejemplos para dar y tomar: Expo de Sevilla de 1992, Olimpiadas de Barcelona de 1992, Copa América de vela de Valencia de 2006, circuito urbano de Fórmula 1 de Valencia, o las sucesivas candidaturas olímpicas de Madrid.
Ojalá los brasileños logren con sus protestas evitar que el Mundial se celebre. Sería un golpe importante contra lo poderosos y todo un ejemplo para el resto del mundo. Ojalá Brasil se convierta en el ejemplo que necesita el mundo.
jueves, 22 de mayo de 2014
Ojalá Brasil sea un ejemplo
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