En el mundo globalizado en que vivimos, los movimientos de gente están prohibidos, especialmente si vienes de un país en el que no tienes futuro, con intención de ganarte la vida en un país más próspero (o simplemente para intentar tener vida).
En Lampedusa han muerto más de trescientos inmigrantes intentando llegar a las costas italianas. No resulta sorprendente. ¿Cuántos inmigrantes han tratado de llegar a las costas españolas o italianas y han muerto en el intento? Ahora nos rasgamos las vestiduras y lloramos, pero son lágrimas de cocodrilo. Al fin y al cabo, somos unos hipócritas que, mientras no nos veamos afectados, no lloraremos de verdad.
En Italia, al igual que en otros países de la Unión Europea como Francia, existen leyes que castigan al que ayuda a un inmigrante ilegal. Son leyes que simplemente tratan de deshumanizar a la gente. Parece que lo consiguieron en algunos casos. En el último suceso trágico de Lampedusa, varios pesqueros se cruzaron con la barcaza de los inmigrantes sin ayudar a sus ocupantes.
La guinda del pastel la ha colocado el propio Gobierno italiano. Concede la nacionalidad italiana a los inmigrantes fallecidos, y a los supervivientes les impone una multa de cinco mil euros. Llamar "asesinos" y "sinvergüenzas" a Enricco Letta y José Manuel Durao Barroso es poco para lo que están haciendo.
En España las cosas tampoco van por buen camino. Los recortes que nuestro Gobierno está aplicando en materia sanitaria han dejado fuera del sistema a gran parte de inmigrantes y de la población más desfavorecida. En España ya están muriendo inmigrantes por no ser atendidos correctamente e, incluso, ya tenemos el primer muerto oficial por hambre. Las políticas llevadas a cabo por los gobernantes de este país se están cebando en los más débiles, los están machacando. Y en esto no hay distinciones ideológicas. El PP en Madrid quiere multar a los indigentes que escarben en los contenedores en busca de comida. El PSOE, en Benidorm, quiere multar a los indigentes y obligarles a salir de la ciudad pagándoles un billete de autobús. Supongo que tanto en Madrid como en Benidorm queda feo, de cara al turista (porque lo único que importa es que el turista vea una ciudad bonita, aunque su población se muera de hambre; la apariencia por encima de todo), que haya indigentes por las calles.
Los gobernantes que tenemos en Occidente (esa zona del planeta superior moralmente al resto del mundo) solo son inhumanos, unos cabrones sin alma ni corazón ni escrúpulos. De eso no hay duda. Pero nosotros somos sus cómplices. Mientras sigamos tolerando sus políticas inhumanas con nuestro silencio y nuestros votos seremos tan inhumanos como ellos. La ayuda que necesitan los más desfavorecidos no está en el botón "Compartir" de Facebook ni la acción que demandan consiste en retuitear. La ayuda que precisan está en la calle.
jueves, 10 de octubre de 2013
Inhumanos
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