viernes, 9 de enero de 2015

Lo más sagrado




"¿Estás dispuesto a derramar tu sangre en las calles de Francia por la libertad?"
(Del musical Los miserables)



Hace un par de días, unos terroristas entraron a tiro limpio en la sede de la revista satírica Charlie Hebdo en París y dispararon contra todos los allí presentes, matando a diez periodistas y dos policías. Desde entonces, Francia vive entre el miedo, la rabia y la tensión. Un nuevo tiroteo ha terminado con un policía muerto mientras que por todo el país se suceden ataques contra mezquitas y locales regentados por musulmanes. Y en le momento de escribir estas líneas, dos de los terroristas de la masacre de París (el tercero se entregó ayer) permanecen cercados por la policía, atrincherados y con rehenes.
El atentado terrorista de París es condenable, sin paliativos. Han atacado una revista satírica, una publicación que había hecho de la risa y la crítica su bandera. El precio que han pagado ha sido muy alto, pero la libertad es innegociable. Nada, ni siquiera la actitud de Occidente con los países musulmanes (algo que también es muy criticable y que creo que todos los presentes criticamos) lo justifica. ¿Acaso los de Charlie Hebdo o cualquier otro ciudadano inocente víctima de un atentado terrorista tiene culpa de que Estados Unidos bombardee Irak o Siria y de que Francia lo apoye? Pero claro, a ver quién es el guapo que le pide razonar a un fanático descerebrado.
Los terroristas, una vez más, han ganado. Nos dividen y es así donde vencen. Por un lado, tenemos a los populistas y ultraderechistas. Marie Le Pen anda ahora pidiendo un referéndum para instaurar la pena de muerte (como si eso fuera a disuadir a terroristas a los que no les importaría ser mártires porque saben que les esperan en el paraíso 72 vírgenes). Por otro lado tenemos a los que van de comunistas puros y que están encantados de conocerse a sí mismos, los cuales vincular esta matanza con los bombardeos estadounidenses (razón no les falta, y algunos también lo hemos dicho muchas veces, lo cual no nos impide llorar a las víctimas de Francia igual que a las de Siria y otros países). Otros, en el colmo de la desfachatez, se dedica a vomitar mierda, que se ve que les sobra. Hablo de conspiranoicos como el caso de Willy Toledo, quien ahora anda diciendo que este atentado es un montaje y lo hace con las imágenes de uno de los terroristas disparando a quemarropa a un policía. Según él (y unos cuantos más), esto no es más que un montaje. Nunca pensé que diría esto, pero hasta los que piensan que es un atentado de falsa bandera me parecen más razonables. Y mira que de estos tampoco tengo muy buena opinión.
Quien está sacando más rédito del clima de paranoia y tensión es, sin duda, la ultraderecha. Ni la OTAN, ni Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni Israel. Marie Le Pen, como ya he comentado, pide instaurar la pena de muerte. Antonis Samaras, de campaña en Grecia, suelta que Syriza quiere meter inmigrantes ilegales en el país. Y en diferentes puntos de Francia se han registrado ataques contra musulmanes.


Unos descerebrados no pensaron (imposible hacerlo) al entrar armados a la sede de una revista satírica. Pero nosotros debemos calmarnos, respirar, pensar y no dejarnos llevar por la rabia y el deseo de venganza. No podemos predicar la democracia a golpe de venganza (y esto vale para Francia después de este atentado y para los estadounidenses deseosos de más bombardeos en lejanos países de nombre impronunciable). Tenemos una moral superior a la de los fanáticos (cualquier fanático); demostrémoslo.
Y que nadie piense que solo unos fanáticos islamistas son capaces de hacer algo así. En 2006, en España, mientras Leo Bassi representaba en un teatro La revelación (obra en la que criticaba la religión en general) colocaron una bomba en su camerino. En 1977, recién estrenada la democracia en España, una revista satírica El Papus, sufrió un atentado ultraderechista con resultado de un fallecido y diecisiete heridos. Y fuera de nuestras fronteras también podemos recordar a Anders Breivik, quien no era precisamente musulmán.

Ni Dios, ni Alá, ni Mahoma, ni Buda ni ningún dios o creencia religiosa. Lo único sagrado en este mundo es la libertad de expresión. Y eso no puede ni debe quitárnoslo nadie. ni terroristas fanáticos ni Gobiernos hipócritas, corruptos y mentirosos (increíble que ahora el PP se muestre como defensor de la libertad de expresión; después de haber aprobado la Ley Mordaza). Ni balas ni leyes represoras. Frente a unos y otros nos tendrán a nosotros. a los que amamos nuestra libertad. No podrán callarnos. No debemos callarnos. Por cada sangre derramada seremos más. Porque nuestra arma es más poderosa. Como se suele decir, "la pluma es más poderosa que la espada".






3 comentarios:

Ana A dijo...

La que mas me gusta es la última de las caricaturas.
Es una salvajada. Muy pensada, preparada y entrenados para disparar ese fusil. De un tiro a cada uno en la cabeza y nombrándolos, muy bien pensado.
Brutal.
No hay más que decir. Que los detengan y hagan lo que la ley preve con ese tipo de personas. La libertad tiene a veces un precio muy grande, pero es el mayor bien que tenemos las personas. Irrenunciable.

Ana A dijo...

Acabo de enterarme de que ya están con Alá, ya tienen el premio a su salvajada. Entrenados para el martirio

Kurtz dijo...

Eso es lo malo. Al morir se convierten en mártires y en un ejemplo para futuros yihadistas. Por eso no entiendo propuestas como la de Marine Le Pen de instaurar la pena de muerte. Si precisamente esta gente tiene muy poco miedo de morir. Desgraciadamente eso hace que sea extremadamente difíciles de detener, como quedó patente también en Leganés en 2004.