Hace tiempo tuve un affaire con Telefónica (aquí se pueden consultar todos los capítulos de aquéllo). Ahora, se inicia uno nuevo con Jazztel.
En lo que va de mes, no exageraré si digo que he recibido una veinte llamadas de Jazztel ofreciéndome siempre la misma oferta, a pesar de que dejé bien claro desde la primera llamada que no me interesaba. Alguna semana recibía llamadas diarias o, incluso, dos llamadas por día.
Así que hoy, tras recibir la enésima llamada de Jazztel, he explotado (pagándolo la pobre telefonista):
-No me interesa -he dicho-. Me han llamado ya trescientas mil veces, pero es que no me interesa nada de su empresa. ¿Cómo lo tengo que decir? ¿En chino, en ruso o en japonés? Por favor, que ya está bien. La próxima vez que me llamen les denuncie.
Y colgué. Veremos cómo continúa la historia. ¿Volverán a llamar? En ese caso, ¿cumpliré mi promesa?
Lo que cada vez tengo más claro es que deberíamos creer cada uno nuestra propia compañía de telefonía.
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6 comentarios:
lo que está claro, si me permites decirlo, es que el Gobierno debería obligar a cumplir las leyes aprobadas en Cortes a las grandes empresas. Y no lo hace, porque legislación que proteja al consumidor de estos abusos, ya existe.
Una abraçada.
Jo, qué diver debe ser tener una gran empresa y poder saltarte a la torera las leyes con toda impunidad.
Una abraçada.
Calla, calla, estoy yo de las llamaditas hasta el cogote...
:(
Más allá del cogote estoy yo, créeme.
Actualmente recibo unas 2-3 llamadas al día. YA NO PUEDO MÁS. Me siento muy identificada con todos vosotros.
Créeme, la mejor estrategia es amenazarles con que les vas a meter una querella (y, para hacerlo más realista, te sugiero que le pidas al telefonista su nombre). Ellos saben que es un farol, pero te dejan tranquilo una buena temporada. Al menos, no me han vuelto a llamar desde que los amenace con una querella.
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