No voy a hablar bien de Calvo Sotelo

Ayer murió el ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo. Como siempre, la gran mayoría (da igual que fueran de derechas o de izquierdas) se ha entregado al ejercicio hipócrita de hablar bien del muerto, sobretodo en relación a su labor al frente del país. Pero yo no lo voy a hacer (tampoco voy a llamarle "cabrón" o "hijoputa" como he leído en algunos foros).
Repasando su trayectoria, no creo que fuera el gran presidente que retratan todos. Cierto es que la labor de presidente es muy difícil (más en la España de aquella época) o que estuvo muy poco tiempo en el cargo (desde febrero de 1981, fecha del fallido Golpe de Estado, hasta octubre de 1982, fecha de otro fallido golpe de Estado). Pero creo que un suceso describe con todo lujo de detalles su acción al frente de Gobierno: la rotura del pantano de Tous. Una catástrofe que, en todo momento fue minimizada por el entonces presidente hasta el punto de que él decía que no pasaba nada incluso después de que la presa hubiese reventado y sus aguas hubiesen inundado todos los pueblos que encontraban a su paso (dicho sea de paso, una gestión deficiente de la catástrofe que pareció copiar Aznar en el hundimiento del petrolero Prestige).
Que descanse en paz Leopoldo Calvo Sotelo y que su familia trate de llevarlo lo mejor posible. Pero que nadie me pida que diga ahora cosas buenas de él, porque no lo hice en el pasado y, por coherencia, no lo haré ahora.
Y antes de que alguien me lo pregunte. Por supuesto que me gustaría que la gente dijera cosas buenas sobre mí el día que me muera. Pero que sea por mis méritos, no porque esté muerto.