lunes, 27 de junio de 2011
El capricho de Camps
Este fin de semana que acaba de terminar se celebró en Valencia el Gran Premio de Fórmula 1 de Europa. El despilfarro que supone este evento es un insulto para todos los valencianos y valencianas, más en los tiempos de crisis (teóricamente) en que vivimos. Pero aún hay mucha gente empeñada en defender este gasto, aunque este año ha habido también protestas contra el despilfarro que supone, aunque seguro que no las habéis visto en ningún medio. Me sorprende que haya gente que aún lo defienda bajo la premisa de que vienen. Me sorprende que haya gente que defienda este despilfarro bajo la premisa de que vienen turistas y se crea empleo (¿empleo de una semana? ¿Y después qué?)
Valencia es la ciudad más endeudada de España. La paga extra de junio del personal sanitario se ha retrasado hasta el 30 de junio. A 2.500 funcionarios (sobre todo del Instituto Valenciano de Atención a los Discapacitados y del Servef) se les adeuda el pago de sus nóminas. Se paga a os proveedores a 600 días (cosa que falsamente afirmaban de Castilla-La Mancha). La Comunidad Valenciana debe 17.600 millones de euros, lo que supone un 17,2% de su PIB, lo que marca un récord nacional. Los colegios valencianos se encuentran en barracones. Hay infraestructuras educativas que llevan años prometiéndose, tales como la nueva Escuela de Idiomas (prometida hace cuatro años), el nuevo conservatorio de música (frente a la Ciudad de las Artes y las Ciencias se puede ver un solar rodeado por cinco carteles que lo anuncian desde no se sabe cuánto), o institutos de barrio (el solar vacío de Russafa cumple ocho años, y el de Patraix cuatro; lo único que se ha puesto son un par de carteles). El metro sigue dando problemas. El nuevo hospital La Fe sigue derrumbándose, mientras el antiguo languidece y parece que su destino será convertirse en una ruina más de la ciudad. Muchos barrios permanecen degradados. Las empresas públicas siguen tragando millones, algunas de ellas sin actividad conocida. Y, por supuesto, los corruptos siguen robando dinero.
Pero que nadie se preocupa. Gracias a la Fórmula 1 vienen millones de turistas a nuestra ciudad. Millones, millones, millones. La realidad es tozuda, sin embargo. Los amarres de la marina del puerto de Valencia (uno de los atractivos de Valencia y de su circuito urbano) siguen descendiendo año tras año. Y tampoco es que los turistas que vienen, nos dejen mucho dinero.
Sin embargo, todos contentos. Alonso ayer quedó segundo. Y el trofeo (otra fantasmada más, pues pocos trofeos hay con la silueta de la región donde se corre) se lo entregó Rita Barberá, que aprovechó para chupar cámara mientras Alonso levantaba el trofeo. Pero como dice el Levante-EMV: El podio de Alonso rescata el GP de Valencia. Qué bien. Alonso nos va a salvar. ¿Empezará por cubrir el agujero económico de la Generalitat?
Por cierto, ¿aq quien se le ha ocurrido comparar Valencia con Mónaco? ¿Acaso Rita Barberá es nuestra Carolina de Mónaco y Francisco Camps nuestro Alberto de Mónaco?
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