Cuando Mariano Rajoy fue reelegido líder de su partido, en el Congreso celebrado en Valencia, fuimos muchos los que criticamos aquello que llamaban "democracia interna". Un Congreso, un único candidato y un paripé. Muchas de las críticas, además, venían, como no podía ser de otra manera, desde el Partido Socialista.
Ahora, el Partido Socialista elige a un candidato que ya estaba elegido desde que lo señaló con su dedo Zapatero. Nadie critica nada. Todos alaban el discurso hacia la izquierda de Rubalcaba (un intento desesperado de remontar las encuestas y guiñar el ojo al voto descontento). Pero nadie habla de que el dedo de un líder no es el mejor método de elección, ni de que eso es cualquier cosa menos democracia interna. Total, ¿qué más da? Los resortes de la "democracia" siguen funcionando con normalidad.
lunes, 11 de julio de 2011
Curioso concepto el de la democracia interna
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