Creo que ya he hablado aquí de Sumàcarcer, un pueblo de poco más de mil habitantes en el que suelo veranear. Se encuentra en el interior de la provincia de Valencia, a unos 60 kilómetros de la capital. Hasta allí, como al resto de España, llegó la burbuja inmobiliaria con sus promesas de prosperidad en forma de viviendas. Y ya se sabe que para construir hay que destruir previamente, sin importar el qué.
En dicho pueblo se encuentra un solar en donde antes se encontraba el único cine de la localidad, destruido por la pantanada de Tous de 1982. Recientemente se acordó construir nuevas viviendas en dicho solar, con la mala suerte (para el constructor) de que en el solar se encontraron los restos de una necrópolis de la época islámica. Y, oficialmente, las obras se paralizaron. Digo "oficialmente" porque el pasado viernes, Levante-EMV publicaba la noticia de que en Antella, un pueblo cercano a Sumacárcer, habían aparecido, en montones de tierra utilizados para construir un polígono, restos de la necrópolis hallada en Sumacàrcer. Restos humanos, cerámicas y tejas (que en la época islámica se colocaban sobre los difuntos). Los mismos restos también han aparecido en otros montones de arena diseminados por la propia localidad de Sumacàrcer.
Recuerdo un suceso similar en Pamplona, donde se construye hace unos años un párking subterráneo en la histórica Plaza del Castillo. Allí se descubrió otra necrópolis que despareció de la noche a la mañana. O también el caso de Valencia, donde las fosas comunes de los represaliados de la Guerra Civil en el cementerio de la ciudad han sido arrasadas.
Pero todo sea por el progreso. El progreso que da millones a los de siempre: los constructores y los políticos. Y curiosamente, estos últimos que favorecen la empresa del ladrillo suelen situarse en el mismo lado ideológico. Por lo menos así es en los tres casos citados.
lunes, 23 de junio de 2008
La destrucción del patrimonio histórico de Sumacàrcer
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3 comentarios:
Pues claro que sí, hombre. Total, por un par de botijos y cuatro tejas... psssss.
(Léase con ironía.)
Ya lo gritábamos hace veinticinco años:
"La revolución,
es la solución"
Irreverens: ¿y qué más dan unos muertos que además son árabes (o republicanos en el caso del cementerio de Valencia)?
(Con la misma ironía).
Jovekovic: y qué lástima que nadie haga caso.
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