Las catástrofes sacan lo mejor y lo peor de todos los seres humanos. Nueva Orleáns, hace dos años, no fue una excepción.
En La Sexta, desde el martes y hasta el viernes, se emite en la madrugada el documental Cuando se rompen los diques: un drama en cuatro actos, dirigido por Spike Lee.
Gente muriéndose en los tejados, abandonada a su suerte en el estadio Super Dome, en el Centro de Convenciones o en los puentes elevados de las autopistas, saqueos, incluso asesinatos. Nueva Orleáns supuso una tragedia humana casi sin precedentes en un país del mal llamado Primer Mundo.
En 2005, el huracán Katrina arrasó Nueva Orleáns y las ciudades del Golfo de los estados de Louisiana, Mississippi y Alabama. La cara de la tragedia la mostró Nueva Orleáns.
Para empezar hubo inoperancia de la Administración Bush (qué raro, ¿no?). Se dijo que la catástrofe no sería para tanto, por eso muchos no abandonaron la ciudad. Y mientras los miembros del Gobierno de Bush pescaban (Dick Chenney) o estaban de compras (Condolezza Rice), los habitantes de Nueva Orleáns se ahogaban. Cuando ocurrió la catástrofe del tsunami del Sudeste Asiático, el ejército estadounidense llegó a Sri Lanka en dos días. A Nueva Orleáns tardaron en llegar más de una semana, pero claro, estaban ocupados muriendo en Irak.
Curiosamente, la mayor parte de los que murieron eran negros, latinos, pobres (la mayor parte de los que se quedaron no tenían coche propio). Y claro, sin ley y sin civilización, el caos estalló. La gente se entregó a los saqueos. En el documental un periodista ironiza al hablar de que fotografió a un policía que salía de un supermercado con un DVD en la mano, ya que "eso no es muy útil para luchar contra huracanes". Y la gente de las parroquias (condados) circundantes con Nueva Orleáns apostaron policías en los límites para que nadie los cruzase en busca de refugios seguros.
La mejor descripción que se puede hacer de esta tragedia es lo que decía una mujer en el documental: "Pensaba que vivía en América hasta que llegó el Katrina". Y es que, aunque Estados Unidos sea el país más rico del mundo, las catástrofes siempre afectan a los pobres.
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