viernes, 31 de agosto de 2007

Negligencias muy caras

El 31 de agosto de 1999, un avión de la compañía argentina LAPA se estrella en Buenos Aires al incendiarse nada más despegar. 67 personas, el piloto, el copiloto y dos transeúntes mueren y 33 personas resultan heridas.

Esto es lo que relata la película argentina Whisky Romeo Zulú (el título viene de la matrícula del avión). A pesar de las denuncias de falta de seguridad de todo tipo en los aviones (incluidas falsas alarmas de incendio, lo que provocó que aquel 31 de agosto el piloto del avión siniestrado ignorase una alarma de incendio pensando que era falsa) realizadas por un piloto de la compañía (Enrique Piñeyro, director, guionista y actor principal de la película), el fatal accidente no pudo evitarse por la corrupción de unos y de otros y la culpa recayó en un fallo humano del piloto.

Solemos cometer el error de atribuir estas catástrofes a países no tan "civilizados" como el nuestro. Pero aquí también tenemos un ejemplo:

3 de julio de 2006: un convoy del metro descarrila casi en la estación de Jesús ocasionando la muerte de 43 personas y heridas a 47. Tanto el conseller de Infraestructuras y Transportes como la alcaldesa, media hora después del siniestro, le echaban la culpa al conductor, a pesar de que otras fuentes hablaban de la pérdida de una rueda o del derrumbamiento de parte del túnel. También en este caso hubo denuncias de inseguridad anteriores. Un maquinista denunció la falta de seguridad en la fatídica curva, pero las autoridades sólo se limitaron a colocar una señal para que redujeran la velocidad. También muchos bloggers denunciamos la situación a través de Internet e incluso, a nuestro pesar, pronosticamos la tragedia. A día de hoy, el único responsable de la tragedia es el maquinista.

Nuestro modo de vida y nuestra sociedad se basan en la confianza en el desconocido. Puede que no temamos viajar en avión, pero nuestras vidas están en manos no sólo de los pilotos, si no también de la empresa que ha fletado el avión y lo mantiene. O de la empresa que se supone debe mantener seguros los convoys del metro.

Las negligencias a veces se pagan muy caras. Lástima que las paguemos los inocentes.

2 comentarios:

Viguetana dijo...

...y le carguen los muertos a otro inocente o tan víctima como el que más...

Kurtz dijo...

Esa es otra de las lacras de este tipo de catástrofes. Para quitarse responsabilidades, las empresas y los políticos responsables certifican que todo ha sido debido a un error humano.
Caso cerrado.