Dexter

Me encanta la serie Dexter. Y realmente no sé por qué. Por la aparente falta de ética de su protagonista (por mucho que mate a asesinos, él sigue siendo un asesino); porque es el mejor retrato de un psicópata desde los tiempos de Hannibal Lecter (El silencio de los corderos) o John Doe (Seven); porque es un monstruo muy humano; porque al mismo tiempo que puede repugnarnos nos atrae (no hay más que ver la cabecera de la serie); por esa mezcla entre drama, suspense, humor negro y gore; por sus actores (destaca Michael C Hall, soberbio como Dexter, aunque ya nos demostró sus cualidades para la interpretación en otra gran serie, A dos metros bajo tierra) o simplemente por la calidad de sus guiones. No sabría con que aspecto quedarme. Pero lo cierto es que últimamente, la ficción televisiva estadounidense no para de darnos alegrías. Y Dexter, aunque sea paradójico decirlo, es una de esas grandes alegrías. Habiendo visto dos temporadas, ya estoy deseando poder seguir las aventuras de este forense asesino en más próximas temporadas.