(Alberto Fabra, a la derecha, recibiendo caricias de su predecesor Francisco Camps.)
Cuando el año pasado dimitía Francisco Camps y era sustituido por Alberto Fabra, el segundo intentó acallar las críticas prometiendo luchar contra la corrupción, incluso la de su partido, y con promesas de transparencia. Pronto se vio que esas promesas sólo eran de boquilla. Las presiones dentro de su partido, con el sector liderado por Rita Barberá y Alfonso Rus van a impedir que Fabra pueda distanciarse de la sombra de Camps.
Tomando como ejemplo la transparencia prometida, tenemos que Fabra se niega a enseñar los contratos firmados para la celebración de grandes eventos en Valencia. Los contratos para la celebración de la Fórmula 1 o del Open de tenis siguen siendo tan secretos como en la época de Camps. Vamos, una transparencia muy opaca la que nos presenta Fabra. Seguramente por el miedo a que sepamos la verdad sobre la cantidad de dinero que se gastan en estos circos que no sirven más que para tener al populacho ignorante.
No sólo las fuerzas de la oposición política deben exigir que esos contratos sean públicos. También lo debemos hacer los ciudadanos. Porque es nuestro dinero, el dinero público, el que se está dilapidando en estas operaciones oscuras.
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