miércoles, 10 de octubre de 2012

El PP y la libertad de manifestación

En 2011 comenzó la llamada Primavera Árabe. Una de las imágenes más difundidas por todo el mundo fue la de la Plaza Tahrir en Egipto. Allí, decenas de miles de manifestantes (en alguna ocasión llegaron al millón) se reunían día tras día con el objetivo del derrocamiento de régimen que les gobernaba.
En aquella época, en España aún gobernaba Zapatero. Algunos miembros del PP animaron entonces a la población española a que saliera a la calle al estilo de Egipto. Meses después comenzaba el movimiento 15-M y se producían acampadas ciudadanas en todas las ciudades españolas.
Pero el PP se dio cuenta de que le iba a tocar gestionar ese descontento en breve. Ya desde los últimos meses de Gobierno de Zapatero, se empezaron a criticar y criminalizar esas protestas ciudadanas. Y ahora que están en el Gobierno, más aún.
Esas protestas sociales que el PP veía bien antes, cuando gobernaban los del PSOE, ahora no las ven tan bien. Dicen que dan mala imagen internacional para España, dicen que nos ponen a la altura de Grecia, que no es hora de protestar sino de trabajar (eso el que no está en paro, ¿no?).
En los últimos días, dos miembros del PP se han destacado por sus críticas contra los movimientos sociales. Jaime Mayor Oreja ha dicho que no se debería informar sobre las manifestaciones ni retransmitirlas en directo. Por su parte, Cristina Cifuentes declaró que habría que "modular" (si Orwell siguiera vivo escribiría la segunda parte de 1984 ambientada en la España de 2012) y "racionalizar" el espacio público. Y eso por no hablar de quienes compararon la manifestación del 25-S con un golpe de Estado.
Pero yo me alegro de que se intente criminalizar a estas protestas porque quizá eso anime a más gente a salir a la calle y luchar y defender lo suyo. Y sinceramente, sería preocupante que el PP estuviera a favor de estas manifestaciones.

2 comentarios:

mexes dijo...

Una muestra MÁS de que estos son unos fascistas.

Kurtz dijo...

Y las muestras que van a seguir regalándonos, desgraciadamente.