Si el año pasado, la concesión del Nobel de la Paz a Obama hizo correr ríos de tinta, los de este año no lo han sido menos.
Por un lado, el Nobel de la Paz ha sido concedido a Liu Xiaobo, un disidente chino encarcelado por pedir más democracia para el país. A las autoridades chinas no les ha gustado (es lo que tienen las dictaduras, nunca están contentas) y han tensado las relaciones con Noruega. Todo menos alegrarse porque un compatriota se lleve un premio tan prestigioso. Pero claro, Xiaobo sólo es un disidente.
Por cierto, ¿nos acordaremos mañana de que Xiaobo está encarcelado (y su mujer, que fue a comunicarle la noticia del premio, también ha sido retenida)? Es más, ¿mañana sabremos quién es Liu Xiaobo?
Por otro lado, desde El Vaticano han visto con malos ojos que se entregue el Nobel de Medicina a Robert Edwards, precursor de la fecundación in vitro. Ya sabemos cómo es la otra dictadura, la religiosa (mejor vista que la dictadura ideológica), con temas de avances científicos que sirvan para mejorar la vida del ser humano. Al fin y al cabo, Dios nos puso en este mundo para sufrir; por tanto, los avances médicos son inmorales. No sé por qué me da que Robert Edwards tendrá la conciencia más tranquila que los que dicen interpretar los designios de su Dios.
Más les valdría a unos y otros atender las necesidades de sus respectivos pueblos.
martes, 12 de octubre de 2010
Nobel y polémicas
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2 comentarios:
Más les valdría, más... pero no interesa, je.
El ser humano, no merece esa designación que se autoimpuso. Sí la de animales, pero no con la misma connotación que la de el resto.
Increíbles, para bien, y desgraciadamente también para lo peor.
Besos, Kurtz.
Siempre he creído que en la esencia del ser humano va lo mejor y lo peor, que precisamente eso es ser humano.
Besos.
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