lunes, 30 de enero de 2012

¿Camps contra Fabra?



Preguntaba Dolores de Cospedal quién iba ahora a restituir la honorabilidad de Francisco Camps y Ricardo Costa. Pero ni siquiera el PP está dispuesto a hacerlo. Ellos fueron quienes le obligaron a dimitir; lo normal sería que ahora le devolvieran la presidencia de la Generalitat. Pero parece que no.
Alberto fabra, el presidente de la Generalitat que sustituyó a Camps fue una imposición de la dirección nacional del PP. Lo lógico hubiera sido que Paula Sánchez de León, entonces vicepresidenta del Gobierno de Camps, le hubiese sustituido al frente del Gobierno valenciano. Pero desde la dirección nacional eligieron a Alberto Fabra por ser un hombre relativamente desconocido (muchos lo confunden o creen que es familiar de Carlos Fabra, lo cual tampoco es un halago precisamente) y del que no se conocía ninguna (presunta) corruptela.
Francisco Camps, de momento, no mueve ficha. Rita Barberá (uno de sus máximos apoyos, pero consciente de que ahora no se debe librar una batalla por la presidencia) y Juan Cotino le han recomendado que se tome un año sabático. Desde el Gobierno nacional le ofrecen algún puesto (no, de momento no de ministro), quizá de embajador en El Vaticano (después de los negocios que hizo la Gürtel con la visita de Benedicto XVI a Valencia, y teniendo en cuenta las últimas noticias de corrupción en el país de los curas, seguro que se siente como en casa).
En cualquier caso, desde que Alberto Fabra fue nombrado presidente valenciano, y a pesar de que no deja de ser el mismo perro que Camps pero con distinto collar, no dejó de acumular malestar en su propio partido. Sus intentos por distanciarse de la política de Camps (transparencia, aunque sólo aparente; reunión con las víctimas del metro, colocación de algunos de sus afines, intento de investigar el caso EMARSA...) le llevaron a recibir críticas de pesos pesados del partido como Rita Barberá o Alfonso Rus, que intentan reducir su influencia en el partido.
En cualquier caso, y haga lo que haga Camps, veremos si estalla el polvorín. La pregunta es: ¿veremos una guerra entre campsistas y fabristas que reedite los mejores años del enfrentamiento entre zaplanistas y campsistas?

2 comentarios:

Jorge Arbenz dijo...

Muy probablemente será así. No hay que olvidar el carácter mafioso de la política en casi todas las taifas del estado de las autonomías.

Kurtz dijo...

Pues, al menos, algo divertido nos va a traer la absolución de Camps.