martes, 11 de septiembre de 2012

El regreso del ladrillo: lección no aprendida

Hace ya tiempo dije que, una vez pasada la crisis, volveríamos a los viejos patrones y volveríamos a cometer los mismos errores. Es decir, realmente no estamos aprendiendo ninguna lección de la crisis económica y de la situación en que vivimos los españoles. Se está volviendo a la política del ladrillo, del derroche en construcciones faraónicas que sólo hacen que aumentar nuestra deuda de año en año.

Sheldon Adelson finalmente ha decidido que su Eurovegas se construirá en Madrid. Ahora sólo falta decidir en qué localidad lo construirá. Los políticos españoles están dispuestos a cambiar las leyes que haga falta con tal de que Adelson esté contento y no se lleve su Eurovegas a otra parte. Por no saber, no sabemos ni cómo se va a financiar este megaproyecto. Y es que, Adelson no va a pagar todo. Esperanza Aguirre, la presidenta autonómica de la Comunidad de Madrid, dice que los madrileños no pagarán nada (lo mismo nos decían a los valencianos de la Fórmula 1). Entonces, quién pagará el restante dinero. La respuesta es fácil: todos los españoles, incluyendo a los madrileños. Incluso aunque se financie a través de créditos bancarios. Recordemos que los bancos han recibido importantes inyecciones de dinero público. Por otro lado, no sé qué piensan los madrileños, pero Adelson está siendo investigado por diferentes delitos tales como soborno y corrupción. Vale que él no es culpable hasta que no lo diga un juez (aunque tiene capacidad para comprarlos y, en cualquier caso, si gana Romney en Estados Unidos, Adelson estará salvado). Nombro lo de los delitos de Adelson, porque haría bien alguien en mirar lo que pasó con el promotor del proyecto de "Las Vegas" en el desierto de Los Monegros, en Aragón.

Cataluña debió de sentirse agraviada cuando Adelson eligió Madrid para la ubicación de su Eurovegas. Así, han decidido crear su propio parque temático, Barcelona World (manía de poner los nombres en inglés). Se basa en las mismas mentiras anestesiantes (tanto Adelson como el Gobierno catalán han prometido 20.000 puestos de trabajo con sus respectivos proyectos). Los catalanes han elegido como socio en esta aventura a Enrique Bañuelos, un empresario valenciano, máximo artífice de la burbuja inmobiliaria. Creó la empresa ASTROC, una inmobliaria líder en la época de vacas gordas y de fiesta del derroche, pero que se hundió con la crisis arrastrando a miles de accionistas. Ahora, regresa a España renacido a través de la empresa brasileña Veremonte y por la puerta grande, de la mano del Gobierno catalán.

Un último caso: el Gobierno valenciano se encuentra carcomido por la envidia. Durante años, la Comunidad Valenciana ha sido el máximo exponente del derroche faraónico en España. Ahora, Madrid y Cataluña (dos de los enemigos naturales de todo buen valenciano que se precie de serlo) le toman la delantera mientras se hunde (en realidad, se hunde toda España, pero todo depende de la percepción). Por eso, la Comunidad Valenciana aún tiene una esperanza. Y esa esperanza es el parque temático de Ferrari, que el Gobierno valenciano quiere construir en Cheste. Lo dicho, las lecciones no se han aprendido. Ellos siguen llenándose los bolsillos a nuestra costa y nosotros seguimos anestesiados, pensando que la salvación pasará por convertirnos en esclavos en un casino o en un parque temático.

3 comentarios:

Ana A dijo...

Esto parece un concurso nacional de políticos inútiles que sólo tienen soluciones fáciles: quitar el dinero a los más necesitados y a los funcionarios, y adular a los ricachones millonarios que si han llegado a amasar nunca ha sido honradamente.
No sé que estamos esperando para una revolución en forma.

mexes dijo...

Si pasaran hambre y penuria como lo esta pasando la gente se les quitaría la gilipollez... pero claro ellos no sufren na de na...

Kurtz dijo...

Ana A: Supongo que estaremos esperando a que estemos todos viviendo en chabolas. Y como las chabolas no tienen electricidad, no tendremos televisión ni partidos televisados de la selección que desvíen nuestra atención.

Mexes: Ahí la has dado.