Gobernar debe ser un trabajo duro. Sobretodo para aquellos que tengan algo de conciencia y se consideren humanos. Y es que, para gobernar, debes despojarte de esa conciencia y convertirte en un ser inhumano. O eso deduzco a partir de dos hechos que han ocurrido, respectivamente, en Barcelona y Madrid.
La Generalitat de Cataluña le ha retirado la pensión no contributiva a Trinidad Giménez, una mujer de 84 años. La razón se debe a que la mujer está ingresada en un centro sociosanitario, donde se recupera de un ictus que ha sufrido. A la mujer, no sólo le han retirado esa pensión de 104 euros, sino que le exigen que devuelva lo cobrado en junio y julio. El marido cobra una pensión de 570 euros con la que hace frente al pago de un alquiler de 215 euros más los gastos típicos de facturas. Al final, para pasar el mes, sólo les queda al matrimonio 150 euros.
Shakira es una niña de tan sólo seis años que se quedó en la calle, junto a su familia, tras el desalojo del poblado chabolista en el que vivía. La familia se vio obligada a vivir en una furgoneta. El drama era mayor, pues la niña sufría un tumor cerebral. Gracias a una colecta, pudieron trasladarla a un hospital privado en Pamplona. Pero al regreso a Madrid, la niña continuará en la calle.
viernes, 31 de agosto de 2012
La inhumanidad del gobernante
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