Se recorta en gastos esenciales, como Educación y Sanidad, pero no se recorta en otros gastos menos esenciales, como los pagos a la Iglesia. No en vano, Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, ya dijo recientemente que consideraba los pagos a la Iglesia como "sagrados".
Así no vamos nada bien. Si se nos quita el dinero necesario para tener unos buenos servicios públicos y se mantienen los pagos a una institución religiosa, es que algo falla. Y hace tiempo que no nos podemos permitir más fallos.
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