Hace seis años, explotaban varias bombas en cuatro trenes de Madrid. La unión que todos demostramos ante los terroristas, no duró ni cuarenta y ocho horas.
Hoy, quiero recordar humilde y brevemente, sin grandes alardes (no porque no los merezcan, sino porque creo que todos los homenajes deberían ser así).
Unos fanáticos acabaron con sus vidas y sus historias; unos políticos y unos aprovechados siguen empeñados, incluso a día de hoy, a mancillar la memoria de lo ocurrido aquel día.
Esa es la desgracia de ser víctima.
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