
Esto es lo que relata la película argentina Whisky Romeo Zulú (el título viene de la matrícula del avión). A pesar de las denuncias de falta de seguridad de todo tipo en los aviones (incluidas falsas alarmas de incendio, lo que provocó que aquel 31 de agosto el piloto del avión siniestrado ignorase una alarma de incendio pensando que era falsa) realizadas por un piloto de la compañía (Enrique Piñeyro, director, guionista y actor principal de la película), el fatal accidente no pudo evitarse por la corrupción de unos y de otros y la culpa recayó en un fallo humano del piloto.
Solemos cometer el error de atribuir estas catástrofes a países no tan "civilizados" como el nuestro. Pero aquí también tenemos un ejemplo:

Nuestro modo de vida y nuestra sociedad se basan en la confianza en el desconocido. Puede que no temamos viajar en avión, pero nuestras vidas están en manos no sólo de los pilotos, si no también de la empresa que ha fletado el avión y lo mantiene. O de la empresa que se supone debe mantener seguros los convoys del metro.
Las negligencias a veces se pagan muy caras. Lástima que las paguemos los inocentes.
...y le carguen los muertos a otro inocente o tan víctima como el que más...
ResponderEliminarEsa es otra de las lacras de este tipo de catástrofes. Para quitarse responsabilidades, las empresas y los políticos responsables certifican que todo ha sido debido a un error humano.
ResponderEliminarCaso cerrado.